viernes, 25 de marzo de 2016

Pedido de Mano - Adriana Alarco de Zadra


Cada vez que se inauguraba un parque o un monumento en la pequeña ciudad andina, se hacía el pedido de mano.
Los funcionarios municipales con traje de domingo, se acercaba a la casa de Ildemira Huapaya, con discursos pomposos y sollozos de las lloronas, a pedir la mano santa para bendecir todos los rincones de la ciudad, en especial el parque o el monumento en cuestión.
Ildemira salía, con ademán ceremonioso y manto bordado, a bendecir con agua bendita de la iglesia cercana, después de acercarse a la tumba de su abuela, fallecida en olor de santidad a la edad de 105 años. Luego de haber sacado la mano huesuda del cajón, desprendida por el pasar de los años, le ponía una ramita de ruda y una de romero entre los dedos que encerraba en los suyos y bendecía en la ciudad todo lo que necesitaba bendición a gritos.

Acerca de la autora:
Adriana Alarco de Zadra

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