sábado, 9 de enero de 2016

Cosas sin nombre - Ana María Caillet Bois

                                                                     

Hubo un tiempo en que las cosas carecían de nombre
y para mencionarlas había que señalarlas  con el dedo
Gabriel García Márquez. Cien Años de soledad.


Un día el dedo se cansó; las cosas vagaban por la casa, perdidas en el espacio, ya nadie las señalaba. Cansadas de viajar por el suelo remontaban las paredes y volaban por el techo. Hasta que un día, mágicamente, comenzaron a hablar; tanto y tanto hablaron que nadie se entendía. La gente no sabía qué hacer; entonces llegó el más viejo del pueblo apurado en poner orden, y empezó a darle a cada cosa su nombre. Nadie se animó a contradecirlo, las cosas se asustaron y cayeron al suelo; mudas de terror. Entonces el viejo aprovechó y llamó cama a la cama, mesa a la mesa y así todas las cosas se acomodaron, esperando un nombre. Y así se denominan hasta el día de hoy.

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