En el mercado me detengo ante la escultural calabaza. A un costado, una palta morada le hace un requiebro. La palta está partida a fin de demostrar eficazmente que es tan tierna como las que más. No puedo seguir adelante. Necesito confiar a alguien esta maravilla y entonces descubro que el mundo es un mercado y más valdría no hacer las compras sola.
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