Los esqueletos suelen tener preferencia por los baúles, vienen de noche cuando nadie los ve y de forma desvergonzada se acomodan en ellos, la mayoría de las veces hechos un desorden de huesos amontados. Yo tengo muchos baúles y quizás demasiados muertos en ellos. Pero son buenos, ninguno se queja, ni arman fiestas ruidosas a la madrugada.
A veces en las noches muy oscuras, alguno se reacomoda, pero nunca estoy seguro si los ruidos que escucho no son otra cosa que el producto de mi imaginación desbocada o de los remordimientos que ahogan mi conciencia. Cuando abro los baúles con temor, solo encuentro los huesos corroídos y desordenados.
Por las dudas, me aseguro que mi baúl preferido está siempre vacío, algún día lo necesitaré y creo que ya no falta tanto.
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