Enciendo el televisor, como siempre, en el canal de noticias y encuentro una mujer llorando al camarógrafo. No sigo, paso al de películas nacionales y veo una mujer llorando. Pienso en las casualidades. Entonces paso a tres canales más allá y había mujeres llorando en cada uno de ellos. El canal condicionado tenía la escena de una mujer llorando. Los tres canales de música, el de audio estéreo, todos con mujeres llorando. Salté a los programas infantiles y todas las niñas lloraban en cada uno de ellos. Volví al canal de noticias y lloraba la señora. Fui al de comidas, la cocinera lloraba. Ya no consideré más la presunta casualidad, pues hasta la monja del canal cristiano lloraba. Así, sin explicación, las mujeres habían sincronizado su llanto.
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Héctor Ranea
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