La virgen María se le apareció a la futura santa Bernadette Soubirous en Lourdes y le confió un mensaje trascendente. Bernadette le refirió las palabras de la virgen al párroco de Lourdes, el padre Peyramale, y este habló con el anciano obispo de Tarbes, quien luego de consultar con el Vaticano armó una comisión investigadora. Los hechos llegaron a conocimiento del papa, Pío IX, amigo dilecto del Señor. En sus plegarias, el Sumo Pontífice le confió a Jesucristo lo que la virgen le había dicho a Bernadette y el Salvador, inclinándose hacia su madre, comentó:
—¿Sabés una cosa, viejita?, acabás de inventar el teléfono descompuesto.
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Sergio Gaut vel Hartman
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