Llegué al final del túnel donde los políticos veían brotes verdes en la economía, pero estos brotaban de los montones de cadáveres de ciudadanos muertos de hambre y miseria. En el horizonte una multitud de banqueros, políticos y otros parásitos sociales celebraban una bacanal desenfrenada. Ebrios de dinero y poder, financistas y empresarios azotaban obreros y sodomizaban parados. Políticos desalmados arrojaban jubilados a un abismo sin fondo. Obispos pederastas violaban niños pobres alrededor del trono de un papa hipócrita. Un soberano inviolable e irresponsable, rodeado de familiares parásitos y cortesanos babeantes, reía mientras contaba sacos de dinero. Eran muchos. Demasiados.
Agarré con fuerza el hacha con las dos manos y avancé hacia ellos.
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