Consiga una vieja receta para vivir mejor sacada del baúl de la abuela, la tía o una vecina con fama de adivinadora, sacadora del mal de ojo o tiradora de cartas. Sustituya los ingredientes por otros, similares, o algo así. Copie las instrucciones, agregándose o quitándose cuartos de cantidad. Agregue énfasis a gusto, una arrogancia a prueba de balas y la más absoluta convicción acerca de lo que dice, sin que importe si usted se lo cree o no. No es imprescindible, pero si quiere y puede hágase invitar a un programa de televisión. Diga que la vida lo sometió a una durísima prueba, decisiva, y que ese trance extremo iluminó su entendimiento. Ni usted mismo podrá creer que ha logrado un resultado superior al obtenido por el Flautista de Hamelin, pero sin usar ratas.
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Sergio Gaut vel Hartman
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