Esa noche el mundo y sus adyacencias le eran desfavorables; el universo entero sentía una marcada oposición hacia su irreverente manera de pensar; no era posible que alguien pusiese en su mirada las decisiones más relevantes de su propia existencia, no podía, no; el motivo era exactamente porque nunca veía lo que los demás y sobre todo porque sus resoluciones eran perfectas... el hábito se estaba haciendo contagioso y eso no era posible de aceptar...
Paula Duncan
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