—Tenía que ocurrir. Algún día tenía que ocurrir —dijo Tarzán, mientras se quitaba los lentes con marco de carey, y dejaba el Ulysses de Joyce sobre sus rodillas.
A lo lejos, el tam-tam de los monos, transmitía en morse: “Entre corazón y ojos mi alianza está acordada…”; el primer verso del soneto cuarenta y siete de William Shakespeare.
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