—¡Joder! ¡Dónde he metido mi pasaporte! ¡Oh Dios, ayúdame, ayúdame! No podré abordar el avión. ¡Esta puta costumbre de poner tantas cosas en la cartera! —Revolvió una y otra vez lo que allí había; el rouge, maquillaje, un set de espejos, la libreta de anotaciones, el teléfono celular; un mini álbum de fotos que mostraba el rostro de sus hijos y nietos. Búsqueda en vano, el pasaporte no aparecía.
Hurgueteó con desesperación dentro del bolso de mano. Allí tampoco estaba. Abrió el cierre del bolsillo exterior y la mirada de la mujer se tornó risueña. ¡El pasaporte! Miró la primera hoja del documento. Luego, tomó temblorosa el teléfono celular e hizo una llamada.
—Hola, hija, traje por error tu pasaporte al aeropuerto. No podré viajar. Ven por mí.
—Madre… otra vez estás con el síndrome de falsa identidad. ¡Es tu pasaporte! El mío está en trámite.
—Esta no es mi foto!
—Madre, es tu foto, tomada cuatro años antes de tu trigésima cirugía estética…
Acerca de la autora:
Ana Caliyuri
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