jueves, 9 de julio de 2015

Breve no tan breve - Héctor Ranea


No le fue tan bien al apoyarse en esa ventana: esta cedió con una levedad insólita y, sin hacer ni el mínimo de ruido, se derrumbó llevando a Qwfwq al otro lado. Alicia lo confundió con un conejo, ya que Qfwfq es célebre por su manía por la cronología y de ahí en más, la historia es conocida por muchos. El problema es que nosotros estábamos con él en su casa el día del desastre y lo vimos apoyarse en esa ventana y descomponerse. Ése es el motivo del presente relato. Sobre cómo se descompuso Qfwfq y cómo se recompuso.
La ventana literalmente se convirtió en fragmentos con la consistencia de una lámina de jabón. De hecho, algún invitado a esa fiesta creyó que habían desparramado caireles, por los colores iridiscentes que inflamaron de pronto a nuestro anfitrión. Insisto, porque es muy importante, no hubo ruidos de ninguna especie, al menos no audibles. Sólo aparecieron esos fragmentos bonitos de piel de agua. Nada bonito, en cambio, fue lo que ocurrió con Qfwfq, ya que en principio su torso fue troquelado por las láminas de piel de agua en modos imposibles de describir y viajaban casi todos en dirección contraria a la que apuntaba hacia nosotros. Estupefactos, veíamos a nuestro amigo, y el reloj que Maham le había regalado, desconfigurarse en tríos de segmentos, en compases de una fuga, en tropeles de luces diferentes. Al comienzo la figura de Qfwfq era aún reconocible, pero pronto se diluyó en la nada, se esfumó, literalmente hablando, en forma de denso spray transparente. En el momento de la disociación una amiga exclamó: —¡Carajo, parece un conejo! —Comprenderán ustedes que nuestra sorpresa fue aún mayor cuando, casi sin mediar instante reapareció Qfwfq en toda su forma, esqueleto, copa y reloj. Todos nos abalanzamos sobre él para comprobar si estaba en orden, después del desmembramiento que acabábamos de presenciar. Qfwfq estaba tan fresco como que siguió hablando del tema que había dejado inconcluso acerca de llegar tarde a quién le importa dónde ahora. Como lo interrumpimos, comenzó a contar una historia que sólo le interesó a Kroll, acerca de lo acontecido en esas semanas detrás de ese cristal. Mientras tanto, Maham lo miraba, y me dijo en secreto: 
—¿Desde cuándo Qfwfq toma gin en copas con asa? —Qfwfq escuchó la pregunta y dijo: 
—No es gin. Es té. Me lo sirvieron en el otro lado. 
Obviamente, nos dimos cuenta de que nos había pegado bastante mal alguna cosa de esas que suele agregar nuestro amigo al gin en sus fiestas, pero seguimos disfrutando la velada.

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