Altura para distanciarme de ti es lo que necesito. Bastará siempre y cuando no repliques mi rumbo. En algunas posibilidades tendré que desplazarme en otras direcciones. Arriba, abajo, hacia los lados. En realidad no me importa hacia dónde; siempre y cuando sirva para restablecer la soledad donde me encontraba antes de conocerte. Decir altura no tuvo intención ofensiva ni aires de superioridad. Pude haber dicho que necesitaba ir hacia el norte o a un infinito confín de la galaxia. Pude emprender un descenso hacia las profundidades de mi sinrazón para dejar claras mis intenciones de abandonarte sin añadir lastimaduras, porque supongo que todas las ausencias duelen. Tal vez pronuncio demasiadas pistas en vez de partir en silencio como lo hacen aquellos que se alejan para siempre.
No pretendo emprender un movimiento rotativo, apenas anhelo marcharme seguro de que no voy a regresar. Debería descubrirme seguro de mis pensamientos y no logro romper el encantamiento que me mantiene aquí. Es como encontrar las tres dimensiones repletas de tus imágenes. No todas duelen y mi semblante ajado titubea al descubrirme festivo en otras realidades. No son las escenas más abundantes, pero más allá de las ocasiones enturbiadas por la tristeza, la rabia o los malos entendidos predomina la calma. Me pregunto si huyo de la paz, pero me respondo que puede ser tan nociva como los combates emprendidos en nombre del amor. Afirmo y desmiento con un afán más creativo que demoledor. Pospongo la ausencia. Te nombro y pienso en la altura que necesito para aproximarme a ti.
Acerca del autor:
José Luis Velarde
No hay comentarios:
Publicar un comentario