Por fin termino el puzzle. Diez mil piezas, tan pequeñas que he tenido que usar una lupa para verlas. Meses de trabajo a punto de finalizar cuando coloque la última de las piezas.
Ya sólo me quedan cinco. Su lugar de encaje es evidente, simple cuestión de irlas colocando una tras otra. Ya no es como cuando empecé, en que tardaba largos minutos hasta encontrar una sola pieza que encajara.
Coloco la cuarta. Y la tercera pieza.
La imagen es la de un niño pequeño. Muy realista. Parece mirarme a los ojos de puro realismo
Pongo la penúltima pieza. Y la última. ¡He terminado!
El niño de la imagen me mira a los ojos.
¡Me saluda!
—¡Hola, papá! —dice.
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Félix Díaz
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