Los pasos me despiertan noche a noche a las tres de la mañana. Amodorrado, cada madrugada tejo una historia diferente al escucharlos: un campesino que va temprano a su cuamil, un amante que se escurre en la oscuridad, un insomne de amor siguiendo la luna, el policía en su rondín, un minero que nunca ve el día, un obrero que va a la capital a trabajar, el ordeñador que se dispone a despertar a sus vacas.. Los oigo y no necesito ir a la ventana para verlos. Hoy, en cambio, sí lo hice, espiando por un pequeño resquicio en mi ventana para descubrir cuál es la historia cierta. Lo que oí venir fueron los pasos con ese caminar que me despierta, esos pasos que llegan hasta mi ventana sin zapatos y sin cuerpo que los camine, siguiendo la vereda hacia el cerro. Sin embargo, por un ligero cambio en su manera de pisar supe que ellos sí me vieron y me saludaron.
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